El milagro de Mochoman

noviembre 1, 2021 Sigcoin20 0 Comment

Hace tres mil años la mitología griega nos inculcó la expresión “pender de un hilo”, una frase para mostrar la vulnerabilidad de la vida, lo sensible y el riesgo de tener instantes que en milésimas de segundos transformen nuestra existencia donde la cercanía entre vivir y morir en tan delgada como un hilo. En esa Colombia adolorida, que ya nadie quiere recordar, estos términos se han ensañado casi desde nuestra independencia, pues el espíritu de intolerancia, respeto a las diferencias y hasta el odio, nos han llevado a vivenciar épocas terribles donde “cortar el hilo de la vida”, significa nada menos que quitar la vida de alguien por el simple hecho de pensar diferente o atravesarse en el camino de sus objetivos o dejar a una persona “pendiendo la vida de un hilo”, para dejarlo moribundo o en peligro de muerte, para dejar mensajes de terror y lecciones de las consecuencias por no ser de su mismo partido político, tener la misma camiseta de fútbol o pertenecer al mismo cartel.

La gran diferencia con el covid-19, fue que nos atacó a todos y democratizó la vulnerabilidad de los seres humanos, sin distinción de clase social, raza, religión, género o equipo de fútbol, fue un motivo para unir voluntades, para defender la fragilidad humana con una vacuna que tenía que ser para todos, porque nadie podría sobrevivir en un entorno donde sus congéneres estuvieran contagiados del virus.

Por fortuna, para la gran mayoría el espíritu del bien siempre prevaleció en esa Colombia de esperanza y muchos lograron sobrevivir de milagro, otros tuvieron que huir o buscar oportunidades en otros países, quedarse significaba apostarle al país, a sus instituciones, a creer en el futuro, a dejarle una mejor nación a sus hijos. Superar la época de barbarie, del narcoterrorismo, la sangrienta batalla entre guerrilleros y paramilitares, empieza por desarmar nuestros corazones, recuperar la confianza y demostrar que merecemos un destino mejor para nuestra patria. Ese primer paso nos lleva a perdonar y tener un propósito superior como nación, a soñar con algún día ser reconocidos como “el milagro colombiano”, como ya lo fueron denominados en su momento otros países como Japón con “el milagro japonés”, o “el milagro coreano”, e inclusive el “milagro alemán”, poblaciones que emergieron de situaciones desastrosas con gran poderío mental, espíritu de unión y que adoptaron un estado de ánimo que les permitió identificar oportunidades para cambiar su destino y su suerte, por eso fueron llamados milagros. A Juan José Florián le pasó eso, una bomba lo dejó destrozado, tuvo la suerte de no morir y convirtió su tragedia personal en una conexión de coincidencias significativas en la cual cada decisión y cada acto de su vida lo convirtió en una experiencia maravillosa y emocionante, un milagro construido por sí mismo. Este joven soldado del ejército colombiano, en junio de 2011, disfrutando de unas anheladas vacaciones, visitando a su madre y sus hermanos en su finca en Lejanías, Meta, fue víctima de un artefacto explosivo que habían dejado varios integrantes de las FARC en el jardín de su casa, iba dirigido contra su progenitora como represalia por el no pago de una extorsión. A este joven que desde niño siempre soñó con ser soldado, le tocó recibir el bombazo fulminante de los kilos de explosivo que iban adentro de ese paquete, la bomba le botó los dos brazos, le quitó su pierna derecha como consecuencia de una amputación transfemoral, perdió la visión del ojo derecho y quedó con disminución auditiva en uno de sus oídos, pero no lo mató. Fue trasladado al pabellón de heridos del Ejército Nacional de Colombia, en donde permaneció durante doce días en estado de coma, cuando despertó y se vio incompleto, creyó que era una pesadilla, pero recobró la conciencia y se dio cuenta que esa era la realidad, pidió a su hermano que no lo dejara vivir así, que lo dejara morir, le suplicó varias veces, pero su cuerpo aguantó el tiempo suficiente para interpretar esa tragedia como un milagro de la vida, como una señal de que podía reconquistar muchos de sus sueños, tener una familia, hijos, compartir con sus ocho hermanos y hacer sentir orgullosa a su madre doña Magnolia Valencia, que siempre estuvo a su lado. Con este propósito, Juanjo dio inicio a una cantidad de coincidencias significativas que le ayudaron a sobrevivir para contar su historia e inspirar a otros. De esta forma cambió de idea, dejó de pensar en el ¿por qué me pasó esto?, pregunta que fomenta que veamos la situación como un problema, nos lleva a adoptar el papel de víctima e incentiva tener sentimientos de rabia y desconsuelo; por el contrario, Juanjo en lo más profundo de su ser encontró motivos para preguntarse, ¿para qué me pasó?, esa interpretación permitió ver esa misma situación trágica como una oportunidad. Este cambio de percepción lo llevó a entrenar el músculo de la responsabilidad, de asumir el control de su propio destino; de hecho, esta actitud mucho más eficiente y constructiva, favorece que empecemos a entender el sufrimiento como una oportunidad de aprendizaje y una experiencia de crecimiento. De aquí en adelante, Juan José asumió la lógica del para qué; en medio del dolor sacó fuerzas de lo más profundo de su interior para superar el resentimiento, actitud que le permitió activar la creatividad, los pensamientos y las intenciones que le ayudaron a interpretar las señales como una gran oportunidad, a ser el autor de sus propias coincidencias. La red de coincidencias significativas, inició el día en que tuvo que ir al batallón de sanidad del Ejército a reclamar un medicamento con su hermana, de golpe se encontró entre soldados con lesiones y dramas incluso peores que el suyo, que luchaban por recuperar su vida y donde no había lugar para la lástima, ahí empezó su transformación del por qué al para qué y encontró un sentido superior a su drama. Allí, rodeado de una camaradería nacida del dolor, de la identidad compartida,

, Juan José empezó a sanar física y mentalmente, encontró un ambiente positivo, recochero, menciona el artículo del periódico El Tiempo del 30 de mayo del 2021, donde se daban ánimos entre todos y hasta se reían de ellos mismos, cuenta en su entrevista. Ya más animado, se impuso un propósito, ganar independencia, se fijó retos pequeños al comienzo como agarrar un pocillo para tomar tinto, aprender a comer solo, a usar el teléfono…, cuando superó esas cosas, empezó a trabajar con prótesis en la pierna, porque quería volver a caminar y lo logró después de mucho trabajo con la ayuda de una de sus hermanas. El psiquiatra y el psicólogo que lo ayudaron a manejar el trauma que le dejó el atentado, se convencieron de que había dado un paso definitivo hacia adelante cuando se propuso nadar y se trazó la meta mental de romper un récord, así fuera para él mismo. De esta manera, reemergió el espíritu de soldado, resistente y movido por propósitos que empezó a perseguir. Fue allí, en el pabellón de heridos del Batallón de Sanidad, en las sesiones de hidroterapia donde Juan José se conectó con su entorno y la coincidencia de jugar con otros soldados amputados la convirtió en una gran oportunidad, que lo hizo contagiar de la goma por la natación y con este deporte milagrosamente empezó una nueva vida. La carrera deportiva de Juan José Florián comenzó en las piletas, el agua lo sanó y lo hizo olvidar que tenía que tomar medicamentos para la ansiedad y los nervios. Se juntó con nadadores paralímpicos, que le fueron enseñando las técnicas necesarias para convertirse en un buen “delfín”. Pasó el tiempo y el soldado amputado ya no iba a clases de rehabilitación sino a sesiones de preparación competitiva, llegó a ganar 12 medallas de oro y unas cuantas de plata y bronce. Su primer triunfo lo consiguió en abril de 2013; fue el primer podio en la Universidad de Minnesota en un campeonato de 100 metros libres. Desde ese momento empezó a acumular experiencia internacional y llegó a alcanzar la segunda mejor marca.

Sin embargo, la relación con las piletas entró en una etapa crítica y Florián dejó las piscinas para dedicarse de lleno a su carrera profesional; se ganó una beca y entró a estudiar psicología en la Universidad Sergio Arboleda, donde le tocó hacer un esfuerzo extra para mantener su permanencia. “Juanjo” leía los documentos hasta cuatro y cinco veces más para poder comprenderlos. Pero el milagro de la vida que tú construyes, sólo está limitado por tus propios sueños y Juan José pensaba en grande; entonces, después de ser nadador de alto rendimiento por cuatro años se entusiasmó con la bicicleta, quería hacer algo diferente, algo que ninguna persona con su condición física hubiera hecho en el país. Con los obstáculos que implicaba una decisión de esta naturaleza, nadie se atrevía a construirle una bicicleta, ingenieros, fisioterapeutas o diseñadores, todos pensaban que era una locura, “¿cómo va a montar?”, le decían, si perdió los brazos, la pierna y la vista en el ojo derecho por un explosivo de las FARC. Juan José buscó, tocó puertas y cuando estaba a punto de perder la esperanza, se le apareció, como lo llama él una lucecita en la oscuridad. Pedro Fonseca, técnico en ortopedia y quien estaba dispuesto a intentar convertirle su bicicleta en una que pudiera montar. Entre pruebas y ensayos, quedó lista. Así nació Mochoman. “Es una cicla común y corriente”, dice Juan José Florián en sus entrevistas, pero tiene accesorios en el socket el cual es de fibra de carbono, para apoyar los brazos y el muslo, un juego de cambios mecánicos a control remoto que ajusta con la boca mientras pedalea y una adaptación para frenar con la misma pierna con la que se impulsa.

Foto: https://www.dw.com/es/mochoman-de-exguerrillero-y-soldado-a-estrella-del-deporte-paral%C3%ADmpico

Él quería que en la bicicleta escribieran “Mochoman”, pero Pedro no se atrevió a ponerle ese nombre y eligió un diseño de Ironman, el superhéroe, ante lo cual, Juan reiteró: “Si hay un Nairoman y un Ironman, ¿por qué no un Mochoman? Yo quiero que me conozcan así”, y así quedó. Esta jocosidad me recuerda la frase, que tomarse las cosas con humor es un privilegio de la inteligencia, es decir, cuando tienes la capacidad de reírte de ti mismo es porque tienes un alma y un espíritu superior, ni siquiera la desdicha te hace perder de vista las virtudes de la vida, la risa refleja la esperanza, con el buen humor empiezas a cambiar tu suerte y seguir construyendo el milagro de tu existencia. Mochoman, empezó a buscar las clasificaciones funcionales de los deportistas paralímpicos en ciclismo –C1 la suya, que indicaba una lesión grave al nivel de la primera vertebra cervical–, y encontró que no había ningún C1 en Colombia. Solamente un argentino en Suramérica y cinco en todo el mundo. “Fui el único soldado que tuvo todas estas amputaciones desde 2010 y hoy el único ciclista colombiano con esta condición”. En 2021 ya cumple tres años con el patrocinio de Movistar. Hoy volvió nuevamente a Granada, Meta, con su esposa Angie García, quien es su eje en la vida, compañera, y si toca, su técnica o mecánica en carretera, y su hijo de tres años. Con propósitos trazados, su intención es terminar su carrera, criar a su hijo, fortalecer su hogar y seguir contando esta historia para que inspire y ayude a los demás. El milagro de Juanjo se refleja en su Instagram con la frase: “El triunfo no está en el vencer siempre, sino en nunca rendirse”, es decir, los milagros empiezan en nuestra mente, en nuestras intenciones, en la vida cotidiana por eso debemos estar atentos, conectados con nuestros planes, buscando siempre propósitos superiores para que la rutina del día a día no los oculte, los vuelva invisibles, cuando damos toda nuestra atención en el problema, sólo podemos vislumbrar problemas e ignoramos que perdemos excelentes oportunidades de ser mejores seres humanos, mejores familiares, mejores profesionales o mejores empresarios. Las oportunidades están ahí, pero son como estrellas fugaces, que desaparecen rápidamente, sólo son visibles si estamos conectados y si volteamos hacia el lugar correcto y a la hora correcta. Los milagros también navegan nuestra conciencia, para aprovecharlos es importante sumergirnos en saber quiénes somos, dar un baño de autoconocimiento, de la percepción de nuestras fortalezas, pero también de nuestras limitaciones, es imposible ser un generador de coincidencias significativas, si no sabes para dónde vas en la vida ni quién eres, no pueden suceder milagros en personas comandadas por el ego o la superficialidad, tienes que tener integridad auténtica de tu ser, tus valores, tus sueños, tus fortalezas y tus debilidades, pero eso sí, tienes que tener la atención en lo que puedes y tus posibilidades serán infinitas. A veces caemos en la red de dar mayor atención a nuestros poderes limitados y no somos tan conscientes de nuestro potencial ilimitado. Juanjo, generó un estado de conciencia para cumplir sus sueños y los energizó concientizándose de su gran potencial ilimitado, lo que lo llevó a una vida en plenitud. Este potencial es nuestro verdadero ser, es la energía que nos mueve y es incondicional, universalmente amorosa, sabia, y rica en poder sanador. La intención consciente, muchas veces acompañada de la intuición y los deseos inconscientes, puede contribuir sinérgicamente a incrementar las coincidencias, esas señales de la vida que atraen nuestra atención hacia algo importante, que nos sintonizan con hechos que propician cambios transcendentales para una vida más encantadora, más emocionante, más divertida, más feliz y, vivir el milagro que está esperándonos, el milagro que siempre hemos soñado, como le sucedió a Juan José Florián. Para el psiquiatra Carl Jung, éste es un caso típico de sincronicidad, donde se describe una gran variedad de coincidencias extraordinarias o que tiene una relación significativa, y no una de causa-efecto. No podemos afirmar, que nuestro deportista se haya convertido en un campeón por causa de un atentado, de esta forma todos los deportistas con esta situación serían de alta competencia. En la sincronicidad, acontecimientos aparentemente frutos del azar (ir a recoger un paquete bomba dirigido a otra persona), colaboran para crear una conexión que es significativa para esa persona a la que le sucede. Jung escribió sobre un “principio de conexión acausal2”, en el cual, ocurren conexiones por significado, no por causa-efecto. El significado ocurre cuando una experiencia o un acontecimiento en la vida consciente (un atentado) nos pone en contacto con fuerzas inconscientes que nos llevan a la realización de nuestro destino. (Ser un campeón paralímpico).

fragmento del libro Coincidencias significativas de Jaime Morales Russi.

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